Acordar nunca es traicionar y pactar es más valiente que romper
Los debates parlamentarios son duros, pero el debate más difícil siempre es con familia o amigos durante las semanas de vacaciones. En verano tenemos la oportunidad de charlar con mucha gente a la que no solemos ver habitualmente. Y es normal que irrumpa la política en las charlas de “barra de bar” donde a cualquiera le dejas al mando del país y “te lo arregla”. Unos plantean la conversación con una complicidad exigente y otros exteriorizan su indignación basándose en sospechosos WhatsApp como el clásico “los aviones nos fumigan”. Aparecen también los que directamente pasan y “no se mojan”, indiferentes ante una política con necesidad de mejorar su prestigio pero que, al fin y al cabo, lo es todo. Se puede ser ‘apartidista’ pero jamás ‘apolítico’ porque una buena parte del día a día depende de lo que debatimos en las Cortes Generales cada semana.
Ayer, mi madre me preguntó acerca de qué pasaba con las votaciones en el Congreso “que no salían”. Dudar respecto a lo que ocurre en la carrera de San Jerónimo es humano y lógico, la plural aritmética parlamentaria es responsable de la complejidad a la hora de sacar adelante iniciativas. La gobernabilidad depende de un puzzle de muchas piezas cuya composición requiere de paciencia e inteligencia. “Bienvenida a la dinámica de mayorías de los países europeos”, le respondí a mi madre, contándole la habitual diversidad de formaciones políticas en las democracias que conforman la UE. También aproveché para explicarle que, aún habiendo perdido 32 votaciones durante este curso político, hemos conseguido negociar y ganar las otras 495 de 527 que se han producido. “Mamá, mayoría absoluta”, pese al ruido que plantea una derecha cansada de sí misma tras anticipar permanentemente un apocalipsis que no llega. Hoy los datos de empleo indican un récord en personas trabajando desde hace 15 años. Estos días, también de forma distendida, le he contado a mi familia en qué proyectos he trabajado desde mi responsabilidad como diputado y, por qué es importante, por ejemplo, luchar para que se consolide la ayuda-bono de alquiler joven que algunas comunidades autónomas del PP no pagan “con la que está cayendo con los precios de la vivienda”.
Y es que, hay un interés enorme por parte de la derecha en trasladar una imagen de inestabilidad y desastre ante un gobierno progresista y una mayoría parlamentaria que, no siendo perfecta, pelea con uñas y dientes medidas que afectan al salario de tu prima que se acaba de incorporar al mundo laboral, a la factura de la luz de la empresa de tus amigos que “sí lo han notado” o al viaje que se ha pegado tu sobrino con el “verano joven” de descuentos que democratiza los trayectos durante el período estival. Acordar nunca es traicionar, pactar es más valiente que romper. Quienes sí rompen son PP y VOX en diferentes gobiernos, no han durado ni un año, convirtiéndose en una derecha agrietada que depende de unos tipos que “le aplicarían plomo al inmigrante ilegal” tal y como indicaba un edil de la formación ultra. Este país no es racista, machista o LGTBIfóbico. Y para bala, la que esquivamos las pasadas elecciones generales. ¿Os imagináis a Abascal como vicepresidente de Feijóo?.
Para combatir la desinformación y defender el poder de la política, estas semanas he decidido refrescar a fondo todo lo que hemos hecho. Me he convencido de llevar argumentos a un chiringuito, a una boda o a un festival y, sin ser muy pesado, hablar de que merece la pena poder aprobar una ley que iguale a las mujeres y los hombres, diferentes reformas para que la gente joven pueda emanciparse con la regulación de apartamentos turísticos o que mi tía abuela tenga su pensión asegurada.
A los agoreros antipolítica, a los de ni de izquierdas ni de derechas, les voy a contar que gracias a la política estamos mejor, que vivimos en un país que puede manifestarse a favor o en contra del presidente, y que tiene una tarjeta ciudadana para curarse frente a las tarjetas de crédito de otras latitudes que ponen precio a la salud. Estoy orgulloso de ser español y, por qué no decirlo ahora que empiezan los juegos de París 2024, siento orgullo del “Espíritu Olímpico” de un Gobierno y un equipo parlamentario que con las cartas que nos repartió la ciudadanía el 23-J, hacemos política y construimos un país en que tú sí que cabes. Hay más razones para el optimismo, os cuento qué tal ha ido a la vuelta del verano.
Víctor Camino
Diputado por Valencia en el Congreso de los Diputados y Secretario General de Juventudes Socialistas de España