El Covid-19 y sus consecuencias desde el punto de vista sanitario, social y económico representan el mayor desafío para nuestro continente y para todo el mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Nadie, ni siquiera el estado más sólido y fuerte, podrá prevalecer solo, porque el virus no conoce de fronteras. Todos estamos en el mismo barco, y la solidaridad y comenzar un gran plan de reconstrucción será la única forma de ganar esta lucha crítica contra el virus.
Pero hay un virus más insidioso y peligroso que el Covid-19 que está recorriendo toda Europa. Es el virus de la indiferencia que lleva el nombre de las medidas de austeridad económica. Esas políticas ya fallaron una vez, generando sufrimiento social y una desigualdad inaceptable. La austeridad ha sido uno de los principales dogmas responsables de los recortes en el presupuesto de los servicios nacionales de salud en toda la UE.
La Unión Europea se encuentra en una encrucijada. Las decisiones que tomen las instituciones europeas y los Estados miembros en los próximos días decidirán el destino de la Unión y el futuro de nuestra generación y de las venideras. No podemos tener una reacción equivocada o demasiado lenta. Necesitamos medidas más efectivas y solidarias. Por esta razón, creemos que mutualizar la deuda para la recuperación de la economía de la UE es la única opción.
Tiempos extraordinarios requieren medidas extraordinarias. No podemos caminar por los caminos ya fracasados de la austeridad. La solidaridad es la única forma. Pero la solidaridad requiere más que palabras. Requiere hechos concretos.
Nosotros, como jóvenes socialistas europeos, lucharemos por esta solidaridad. Por esta razón, hoy exigimos un plan común de eurobonos para enfrentar juntos la crisis sanitaria. Y para el mañana necesitamos poner en marcha un gran plan de reconstrucción. Si el egoísmo nacional prevalece una vez más, podría ser la última vez. Necesitamos una respuesta común para vencer al virus. Todos somos parte de Europa, y no podemos ni debemos permitir que falle.